“Las Carpetas” de Puerto Rico: Historia e Impacto
Entre las décadas de 1950 y 1980, la División de Inteligencia de la Policía de Puerto Rico, en colaboración con agencias federales estadounidenses como el FBI, llevó a cabo una amplia vigilancia sobre los puertorriqueños en la isla. Los objetivos incluyeron jóvenes, estudiantes universitarios, trabajadores, padres e incluso ancianos.
A lo largo de mediados del siglo XX, Puerto Rico se convirtió en el escenario de una de las operaciones de vigilancia más extensas en la historia territorial de Estados Unidos. Conocidas como Las Carpetas, estos documentos invasivos monitoreaban a miles de puertorriqueños cuyas creencias políticas—especialmente el apoyo a la independencia de Puerto Rico—eran consideradas amenazas para el statu quo colonial. La historia e impacto de Las Carpetas revelan no solo la supresión de las libertades civiles, sino también las cicatrices perdurables de la vigilancia estatal sobre una población colonizada.
Las raíces de la represión política en Puerto Rico se remontan a la ocupación estadounidense de la isla en 1898, tras siglos de dominio colonial español. Durante más de 400 años, Puerto Rico fue una colonia española después de la llegada de Cristóbal Colón en 1493. El dominio español estuvo marcado por la explotación del pueblo taíno, la importación forzada de africanos esclavizados y el uso de Puerto Rico como puesto militar estratégico. Para el siglo XIX, los movimientos de independencia se propagaban por toda América Latina, y los puertorriqueños también buscaban su liberación. El levantamiento más famoso fue El Grito de Lares en 1868, cuando los revolucionarios proclamaron a Puerto Rico como república libre. Aunque rápidamente sofocado, se convirtió en un símbolo de la resistencia puertorriqueña. Posteriormente llegaron reformas políticas, como la Carta Autonómica de 1897, que otorgó a la isla un autogobierno limitado bajo España.
Sin embargo, tras la colonización estadounidense en 1898, la breve autonomía de Puerto Rico llegó a su fin. Las prácticas de vigilancia se volvieron especialmente sistemáticas en las décadas de 1940 y 1950, durante la Guerra Fría y el recrudecimiento de la represión contra los movimientos de izquierda y nacionalistas. La Policía de Puerto Rico creó expedientes detallados—carpetas—sobre individuos y organizaciones considerados subversivos. Estos archivos incluían datos personales como familia, religión y empleo; registros de asistencia a reuniones; viajes monitoreados; y reportes de informantes.
Las consecuencias de ser “carpeteado” eran graves. Muchas personas fueron rechazadas para empleos, becas o ascensos si sus nombres aparecían en una carpeta. El miedo y la desconfianza se extendieron dentro de los grupos activistas e incluso en las familias, debilitando la solidaridad y desalentando la expresión política. Para muchos puertorriqueños, advertencias como “Cuidado, te van a carpetear” se convirtieron en una manera común de describir los riesgos de la participación política.
El sistema fue finalmente expuesto en la década de 1980 después de años de protestas, periodismo investigativo y acciones legales. En 1987, bajo presión pública, el gobierno de Puerto Rico admitió haber mantenido los archivos. Los tribunales ordenaron que muchos de los expedientes fueran devueltos a las personas vigiladas, y los archivos se hicieron de acceso público.
La revelación de Las Carpetas dejó efectos profundos y duraderos. Más allá de la pérdida de privacidad y la supresión de la disidencia, el legado incluye el estigma social, la desconfianza en las instituciones y una cultura generalizada de miedo. El término carpeteo mismo entró en el uso común para describir la persecución política o el hostigamiento estatal.
En conclusión, Las Carpetas no fueron simplemente archivos burocráticos, sino un programa sistemático de represión política diseñado para silenciar la disidencia y mantener la autoridad colonial. Su historia refleja cómo el poder, la ideología, la vigilancia y el miedo se entrelazaron para restringir las libertades civiles. La resonancia continua de estos archivos en la memoria, el activismo, la literatura y el discurso social confirma que las heridas permanecen. Recordar Las Carpetas es esencial para comprender no solo el pasado colonial y las luchas políticas de Puerto Rico, sino también los peligros más amplios de la vigilancia descontrolada en cualquier sociedad.